Ana Feldman y Alejandra Esponda pasaron a formar parte oficialmente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), un reconocimiento al trabajo y trayectoria de las docentes que permitirá fortalecer una tarea entre la universidad y la destacada institución en la promoción y defensa de los Derechos Humanos.
El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) es un organismo de trayectoria en la defensa de los Derechos Humanos. Está presidida por Horacio Verbitsky quien propuso a las docentes de la UNAJ como socias en la Asamblea Anual de la institución, moción que fue aprobada por unanimidad.
Además del importante reconocimiento que significa esta incorporación, ambas destacan la pertenencia a la UNAJ como antecedente para considerarlas como socias y la potencialidad de esta articulación que permitirá no solo trabajar para la memoria, la verdad y la justicia sino también en “otras batallas” que llevan adelante desde el Centro y desde la universidad, como los casos de gatillo fácil, violencia institucional, las problemáticas de los presos políticos, los derechos de los y las migrantes, las violaciones en los ámbitos laborales, entre otros como así también abordar el rol de la universidad en general y su Programa de Derechos Humanos.
Tanto Feldman como Esponda forman parte del Programa de Derechos Humanos de la UNAJ y comparten una historia personal atada a una parte trágica de la historia de nuestro pueblo, la última dictadura cívico militar.
“En mi caso particular, además de la desaparición y muerte de mi hermana de 18 años, yo también fui perseguida. Estuve más de 15 años en el exilio”, relata Ana Feldman quien fue representada por el CELS en las querellas relacionadas con el centro clandestino de detención El Vesubio. “Allí es donde estuvo mi hermana, Laura Isabel Feldman que tenía 18 años en el momento de su secuestro el 18 de febrero de 1978. Ella estuvo casi un mes y después la fusilaron junto con otros cuatro chicos. Sus restos fueron encontrados e identificados en 2009 por parte del Equipo Argentino de Antropología Forense”.
En el caso de Alejandra Esponda fue su padre Carlos Esponda quien fue desaparecido por el terrorismo de Estado. “Mi madre fue presa, estuvo en un centro de detención 15 días. No he tenido novedad de su destino. Él era además de estudiante de economía, trabajador en una fábrica en Ensenada”, detalla.
“Muchas de mis preocupaciones también tienen que ver por esa parte de la sociedad obrera que fue víctima del terrorismo de Estado y nos encontramos justamente en una localidad como Florencio Varela dentro del conurbano, donde todas estas historias son fundamentales y muchas veces no han sido trabajadas con la misma fuerza que han sido trabajadas otras historias . Esto es fundamental en mi relación con el CELS”, cuenta Esponda.
La búsqueda de memoria, verdad y justicia las llevaron a estar en contacto con el CELS. Pero este antecedente personal también se conjuga, para ellas, con “como una se pone en esa situación de víctima. Cuando ella (Laura Feldman) es secuestrada yo tenía 20 años y ya me había ido del país. Cuando uno ha sido víctima de una situación similar, uno tiene diferentes formas de enfrentarlo. En mi caso particular, me parecía muy importante que esto no vuelva a pasar pero para ello es muy importante testimoniar, que se realicen los juicios y el rol de cada de nosotros dentro de ese espacio”, asegura Feldman.
En la misma línea Esponda reflexiona: “Una hace lo que hace por su historia, que nos impulsa. No todos tenemos la misma actitud ante lo que nos pasa o nos pasó pero en mi caso también me ha impulsado mi propia historia a un terreno que quizás no hubiera elegido si lo pudiera haber hecho deliberadamente, que es el de luchar por la memoria, la verdad y la justicia. Y principalmente no solo por las cuestiones del pasado del Golpe de Estado, que son fundamentales, sino porque eso se vea reflejado en que no se violen los Derechos Humanos actuales y futuros”.
El rol de la universidad
Las docentes consideran que además de su tarea en la defensa y promoción de los Derechos Humanos, su pertenencia a la UNAJ fue un elemento importante en la decisión del CELS. “Los cambios que puede generar una universidad en el territorio son enormes y son potencialmente importantes. Entonces yo considero que también este espacio que tiene esta universidad en su Programa de DDHH pero también en todas las actividades que realiza, sean las que tienen que ver con su vinculación territorial o con las carreras que se llevan adelante, con la cantidad de estudiantes que vienen aquí han sido consideradas importantes”, remarca Ana Feldman.
Feldman argumenta en ese sentido que los estudiantes que vienen a nuestra universidad “no hubieran podido ir a otra. Y si hubieran ido a otra, probablemente todo ese esfuerzo de esa familia hubiera quedado como beneficio del lugar adonde fue a estudiar, y no del lugar del que proviene”.
Alejandra Esponda coincide que su rol en la UNAJ “fue puesto en valor”. Y asegura que esta participación en el CELS permitirá “pensar, proyectarnos desde el mismo Programa de DDHH, desde la misma universidad, con instituciones que tienen importancia a nivel nacional, lo cual incontrastable”.
“El CELS es una organización que está constantemente abarcando las problemáticas que van surgiendo, actuales de violación de los Derechos Humanos como los presos políticos, la violencia policial, los derechos de los y las migrantes, las violaciones en los ámbitos laborales. Hay múltiples ámbitos donde el CELS actúa y creemos que hay una potencialidad muy grande en pensar estas posibles vinculaciones entre la UNAJ y el CELS”, concluyó Esponda.